Dioses se fueron de negocios, apuntando garabatos en libretas rotas, mojadas. Encarnando ramas y payasos tocando saxos y claxones furiosos de carnavales desastrosos, aullando por cerros llegando a ciudades de madrugada, rayando baños, riendo como locos, flotando conciencias.
Cruzando diminutas notas, baterías clericales van machacando por las calles vacías, un piano suena a lo lejos, por atrás de los párpados, un camino tranquilo.
Y si atrasa la danza de ballena varada, llegan todos al banquete de placebos, pidiendo más, pidiendo menos.
Se puso allá un doble ombligo apareció en la triple imagen de cuatro siete y once dedos hambrientos pidieron alimento afuera de hospitales abandonados, a rebeldes paseando por las calles de la Sien, conocido paisaje endeble