
Los delirios del barco humeante
Atraídos por los alaridos y suaves aromas
La torre más negra de todas
Con marcas
Puedes ver cómo se alejan las nubes
Con el aletear intermitente
Y las luces como pequeñas luciérnagas
En un vástago desierto apocalíptico
Suenan los latidos de la tierra
Nos declara impuros
Chimeneas de humos parlantes
Sin el eco de regreso
Y como la cara aquella
La melodía se va regenerando eternamente
Una espera sin límites
El cambio no se proclama
No es necesario
Son las tintas invicibles las que vociferan
A mordizos el placer repetido
Como gatos hambrientos
Expectantes ante el eclipse ocular
Sobre la composición de lo etéreo
La parte nuclear de toda entidad
Seremos polvo.
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