8 de diciembre de 2007

Criomana

Callejón hogar de la rata mísera busca semillas de placer y parálisis temporales de ojos turnios, salta el puente conector de realidades paralelas disonantes y armoniosas somnolientas. Botones de colores para cerrar el telón negrusco y amarillento, imantado con el quemar del astro madre cegador, ensordecedor de ojos, convulcionante de tripas y pieles. Desciende a las cavidades abdominales sumerjiéndose en los ácidos, despellejando a insignificantes princesas maquilladas, deformando a golpes la sutileza del fiel caballero pátetico. Muerde su lengua en desenfrenado acto canibalezco, ritualidad más bien simbólica de las últimas enseñanzas metamórficas. Ronquidos a lo lejos bien adentro y sombras televisivas, de piezas antañeras petrificadas paredes, cuadros y detalladas manchas conceptuales. Jardines, tumbas, zumbidos y bosques centellas, gigantes ladridos y mujidos junto a leches divinas, piedras por doquier. Cae, ella cae en el sueño. Mano figurada de siete dedos formando trece en sombra adquirida en penumbras, amanecer de párpados hinchados, luchadores, perseverantes como nadie. Se lee en los aires que arrebata de un solo bocado, todo en todo. Sangra, naturalmente, caracoles miles adentran sigilozos entre sollozos, aberturas de infantiles recuerdos experimentales; en su lento andar se introduce directamente a la muerte y deja un sabor a vacío. Despierta en el vientre paterno, donde nunca fue, sobre columnas abrazadas, disparadas por los aires y gritos inconmesurables para oídos carnos. Junto al ave se avecina la tormenta coloreada de pensares entrepenares y sonrientes parpadeos, afilado se guarda su telar tejido visual en lo más recóndito de la involución criomana. Se cae, en el sueño...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario