El sol guiña el ojo de rojo absoluto saludando sostenido en los cuatro horizontes, pendidos por ases, siluetas y sombras. Él, sosteniéndose de sus bolsillos abre la vereda de los siete caminos alienando a la lava que quiere poseer a todo y cuanto encuentra en el octavo sentido; Intromisión en la Cabeza de Dious. Aves de plumas color cobre electrifican el ambiente, húmedo, enternecido, de caricia alquímica e intenso jazz paranoia. Ella, de vestimentas boordadas a su piel, quiere lograr lacrimólogo conocimiento en su frente y siente cómo el tiempo se introduce en su abdomen produciendo erratas e indumentaria proyectada en suspensión. Delimitan, ambos, trozos de sueños y delirios nauseabundos, amamantándose del fervor subsistente, arremetiendo y alternando máscaras de animales moribundos, colgados de la risa infiltrada. Inusitado río de sopresas, de savias inhaladas, bebe de la luna toda mirada perdida entre amantes fúnebres, toda fuerza reveladora, entrelazados cuerpos centellas, soportada existencia, buceando el balbuceo de ovario, la insípida correlación de corduras apopléjicas, suspirando el beso duro de su bienamada, deleitándose en el despelleje de su interioridad.
Espejeante de Lüüz..
Las raíces se incrustan entre sábanas etílicas, sorteando una serie de escondites... ambos se protegen de la oscuridad rondante. Por la ventana de sus párpados se filtra el elixir solar.
9 de julio de 2009
Lüüz y El Alcance del Yööh
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