25 de diciembre de 2010

Y terminando la frase agarra a la bestia del pescuezo y lo retuerce hasta que los ojos le chorreaban por sus mejillas coloradas por venas inflamadas de dolor. Qué éxtasis podía sentir recurriendo a este tipo de actos, sentía la compostura de sus fibras animales reordenarse dentro y derredor de sí, implosionando

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